"El Orden Frágil de la Arquitectura"
En "El orden frágil de la arquitectura", Joaquim Español nos dice que la arquitectura no es solo una organización racional de elementos, sino que, además, es un intento para encontrar un equilibrio entre el orden y la complejidad. Esta idea la podemos relacionar con los conceptos de derivación y desviación. La derivación, como una forma de desarrollar una idea siguiendo un camino lógico y estructurado, y la desviación, como lo que interrumpe o transforma ese orden. Esto puede llevar a una arquitectura menos rígida y más abierta a la interpretación.
El texto comienza con el concepto de las estructuras como sistemas constructivos, pero, también como estructuras de pensamiento y formas de ordenar la arquitectura. En la arquitectura hay una necesidad constante de buscar orden, y ese orden muchas veces se consigue a través de estructuras que pueden ser mentales, conceptuales o compositivas. Éstas dan coherencia al proyecto y permiten que los elementos se relacionen entre sí y pueden surgir de sistemas geométricos, simetrías, módulos, etc. Sin embargo, ese orden estructural no es absoluto, Joaquim Español habla de la fragilidad, porque siempre está expuesto a romperse, a desviarse.
Además, Español explica cómo la psicología de la Gestalt influye en nuestra percepción de la forma arquitectónica, con la "ley de la buena forma". En la lectura, nos dice que "en la organización de los estímulos visuales, existe la tendencia a crear la forma más regular, más simple y más estable posible". Es decir, nuestro cerebro organiza lo que ve, percibimos estructuras completas. Nuestro sistema de percepción tiende al orden, a la organización, y las formas geométricas, sencillas y equilibradas son interpretadas más fácilmente. La “forma buena” permite entender mejor el edificio, su uso, su estructura y su orden.
A través de la segunda ley de la termodinámica, Joaquim Español explica que todo sistema tiende naturalmente al desorden, por lo que el orden no es el estado natural. A esto añade el concepto de "anabolismo", como el proceso que, a partir del gasto de energía, genera estructuras complejas y organizadas. Diseñar y construir es un proceso que va en contra de la tendencia natural al caos de un mundo que está en constante cambio.
El orden se manifiesta en distintos grados, desde
formas simples hasta estructuras de grado infinito, como el lenguaje o
los fractales. En arquitectura,
crear orden exige conocer profundamente los materiales formales
(espacio, volumen, luz, textura, contexto) y estructurarlos según principios
perceptivos como geometría, simetría, repetición y articulación. Estos
métodos han demostrado ser pertinentes porque se basan en la naturaleza del
material arquitectónico y en cómo lo percibimos. La arquitectura gana autonomía
formal cuando sus estructuras emergen de las propiedades internas del
material, no de sistemas externos.
En la arquitectura griega clásica, aunque existían los órdenes arquitectónicos, no había una codificación rígida de proporciones. Las relaciones dimensionales eran específicas de cada obra, basadas en proporciones numéricas simples y no necesariamente perceptibles. El texto critica que las teorías modulares no constituyen un verdadero sistema de orden, ya que el orden en arquitectura debe basarse en relaciones formales visibles y comprensibles, no solo en medidas numéricas. La modularidad, entonces, actúa más como una herramienta auxiliar que estructura intuitivamente la obra, sin definir su esencia.
Referencias:

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