SUPERFICIES
Por: Yelián F. Vélez Reyes y Maritere De León-Descartes
La superficie está en todas partes. Ahora mismo, mientras redacto esta reflexión, estoy utilizando la superficie de una mesa. Pero una superficie no solo protege del exterior, sino que también brinda rigidez. Para que exista una superficie, es necesaria una estructura, ya que esta es la que le da forma.
Tomemos como ejemplo al ser humano: la piel es su superficie exterior, mientras que la combinación de los huesos y los músculos proporciona la rigidez que la sostiene. Aunque todos tenemos la misma cantidad y tipos de músculos y huesos, su desarrollo varía en cada individuo, creando cuerpos —o superficies— distintas.
Si trasladamos este concepto a la
arquitectura, observamos que, aunque las formas pueden cambiar, las estructuras
siguen recurriendo a métodos tradicionales como arcos, bóvedas, columnas,
cúpulas y vigas. Las superficies pueden adoptar una gran variedad de
materiales: vidrio, concreto, madera, metal, entre muchos otros. Estas
estructuras se manipulan para generar formas únicas que, a su vez, dan lugar a
superficies distintivas. La Ópera de Boullée y la Ópera de Utzon son ejemplos
de edificaciones que exploran de manera exagerada la relación entre forma y
superficie.
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En otras palabras la superficie es la capa exterior que separa el contenido interno de un objeto del mundo exterior que lo rodea. Más que una simple barrera, también actúa como conector entre ambos, transformando la interacción con el entorno. En la arquitectura, el material, la textura, el color y el reflejo de la luz en una superficie pueden cambiar por completo la experiencia arquitectónica.
Un gran ejemplo es el Museo Guggenheim en Bilbao de Frank Gehry. Gehry utilizó paneles de titanio que reflejan la luz y cambian su tonalidad dependiendo del clima y la hora del día. Su forma curva y fluida resaltan una sensación de movimiento en la estrcutura.
La superficie también desempeña un papel importante en otras formas artísticas, como la escultura, donde la relación con la forma sigue siendo esencial. Se puede observar en la famosa Estatua de la Libertad, el material es clave en su apariencia. Al principio, la estatua tenía un brillo metálico, pero con el paso del tiempo, el cobre se ha tornado verdoso debido a la oxidación. Esa tonalidad verde que vemos hoy se ha convertido en un símbolo de historia, al igual que lo hace la piel del ser humano que cambia con el tiempo.
Más que una simple capa exterior, la superficie, define la identidad de cada cosa, establece la relación entre el interior y el exterior y su relación con el entorno. En la arquitectura, la escultura, el arte e incluso en el cuerpo humano, la superficie no solo protege y reviste, sino que también comunica, transforma y da significado.



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